lunes, 12 de febrero de 2018

Molly y sus historias

Esa tarde no imaginé lo que pasaría, estaba ahí sentada en el cibercafé con Pily, revisando el correo electrónico para verificar que no había ninguna notificación de alguna de nuestras clases. Entonces entró "el cowboy".

[Nota mental: "el cowboy" es la clase de chico que te hace voltear a verlo no sólo porque huele ríquisimo con ese toque dulce y sensual, sino porque maneja un porte como muy pocos se ve en estos días, definitivamente todo un personaje en la facultad, no había chica que no supiera de él.]

Todo parecía normal, Pily y yo nos derretimos al verlo entrar y tratamos de actuar como si nada, pero ya saben como es esa comunicación sin voz, y en miradas nos dijimos: Ya viste el baby que acaba de llegar ;)

Y bien, acto seguido, de él un atento saludo dirigido a nosotras, de manera espontánea e inesperada, con el pretexto de viernes y casi de noche, una invitación a salir.

Woooow!!!

¡Siii! Nos invitó a salir.

Nosotras no lo creíamos. Pues típico que cuando veíamos entrar al cowboy, practicamente requeríamos un zape para regresesar a la realidad, pues nos perdíamos viéndolo.

Estratégicamente una de nosotras respondió afirmativamente y con una sonrisa que no necesitaba palabras quedó hecha una cita, el cowboy y un amigo pasarían por nosotras más tarde.

Como era de esperarse, eufóricas de la emoción, salimos de cibercafé para ir al departamento a embellecernos, buscando en el guardaropa el outfit adecuando para la ocasión.

Fuimos al bar de siempre, algunos tragos, canciones y charlas. Estábamos pasando verderamente un momento muy agradable.

Un poco de salsa, el ambiente iba en alta, en ese momento me invitó a bailar el cowboy, él era un gran bailarín, y aunque me sentía ligera, esa manía en mi de poner resistencia a que me manejen. Es casi algo innato en este afán de 'no dejarme'; pero muy mal aplicado durante un baile de salsa. El cual se distingue por el dominio que tiene la pareja sobre uno.

Ya empezábamos a bailar cuando él notó mi torpeza, recuerdo con tanta claridad sus palabras diciéndome "mírame aquí en este punto", mientras se señalaba un espacio en medio de su frente justo arriba de la separación de sus cejas.

Siguiendo su instrucción continúe bailando, en poco tiempo el dominio que tuvo sobre mi fue increíble, me hizo bailar y deslizar por toda la pista con tanto dinamismo y ligereza que aun tiempo después me sorprende. Esa manera de dominar la disfruté, así como saboree la dulzura de su aroma.